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lunes, 17 de enero de 2011


"¿Quién quiere vivir mil años? Alguna vez quise, pero ya no. No después de vivir siglos que no puedo contar porque siempre es mediodía, siempre el mismo mediodía, siempre las mismas caras detenidas en el tiempo, siempre el mismo sol, siempre yo, siempre sola y acompañada.
Ahogada en el aburrimiento de un día que hice eterno, busqué el reloj que mi abuelo me dejó, el mismo que tenía grabada la frase que nunca debí leer: “el dueño del reloj será el dueño del tiempo”.
Jugué con las agujas. Las llevé hacia atrás y todos los relojes retrocedieron. Las llevé al mediodía, todos los relojes me siguieron, y el entró en casa. Discutimos. El reloj cayó, se rompió y todo el universo se detuvo. El, el reloj, y todos los relojes. El gato, los coches, los pájaros y el viento. El fuego, el ruido, el sol. Todo el universo excepto yo, que recuerdo todo, que perdí el olvido, que olvidé el miedo y la cordura, y que en mi única obsesión tengo millones de fracasos como relojera."

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